Error



Tengo que admitir que eres mi primera opción cuando tengo ganas de escribir sobre algo, ya sea que haga frío, esté aburrida o simplemente no tengo nada que hacer. Puede haber otras inspiraciones; como pensar en el viaje que hacen las mariposas durante la primavera en tan corto tiempo de vida o, redactar las historias que me cuentan las estrellas por las noches sobre la última vez que se enamoraron de un humano, pero siempre termino pensando en tu mirada, en la forma en la que me miras y sonríes, podría jurar que es suficiente para hacerte un poema…

He analizado tu rostro con más detenimiento, como queriendo memorizar cada detalle de tu ser, observándote con descaro; desde tu cabello peinado hacia arriba, tu frente, tus cejas, tus pestañas, tus ojos, tu boca, tu barbilla. ¡Rayos! Es la perdición. Ya te has dado cuenta y me he percatado de que también haces lo mismo pero con mayor discreción.
Ya no me molesto en ser discreta, ha sido por tu causa. ¿Recuerdas? Me lo dijiste tú, dijiste que debíamos ser directos, que era lo mejor. Pero, ¿De qué sirve ser directa, si eres tú el que termina evitando todo esto? Y sabes a lo que me refiero.

Ahora lamento haber dicho eso, no debí decírtelo. Debí guardármelo para mí, como siempre trato de hacerlo, pero no lo puede evadir… Tampoco sé qué esperaba que contestaras, teniendo en cuenta todos nuestros antecedentes; todas esas veces que me dejaste en claro qué lugar ocupaba cada uno en la vida del otro, parece tan estúpido y ridículo de mi parte dar rienda suelta a mis oprimidos sentimientos, pero sentía una presión en el pecho, ya no los podía contener por más tiempo.
–Te Quiero– Te dije mientras evitaba mirarte a los ojos. Cerré los míos, como no queriendo ser testigo de mi desastre y me concentré en el olor de tu perfume.

Pasaron segundos eternos, que a mi percepción fueron minutos. Contuve la respiración a la espera de tu respuesta, sentí una tensión en el cuello, tu cuerpo rígido, aun así no dejaste de abrazarme. Impaciente, te miré esperando atentamente que rompas el silencio. Lo percibiste, tiraste tu cabeza hacia atrás y de tus labios asomó un suspiro, ignoro su significado.

–Yo También– Me dijiste sin devolverme la mirada.
Dejé de observarte y bajé la mirada. 

¡Mientes!, pensé.
Y me recorrió por todo el cuerpo una oleada de frío
 ¡Mientes! ¿Por qué? ¿Acaso no he hecho bastante por ti? ¿No he sacrificado mi tiempo libre por ayudarte en tus asuntos? No es que espere algo a cambio, después de todo, pero al menos, podrías esclarecer este asunto. Al menos podrías ser sincero.

–Pero también te odio, no lo olvides. – Tengo que admitirlo, no puede evadir una pequeña sonrisa para mí misma. Estamos en sintonía, bajo la misma estrategia, con el mismo juego estúpido, aprendo rápido. 
Tus ojos me buscaron sorprendidos, luego bajaste la mirada y no dijiste nada. 
¿Eso es todo? ¿No dirás nada? Lo aceptas así, ¿tan fácil?

–Ya me tengo que ir…– Te dije mientras intentaba liberarme de tu abrazo, no quería hacerlo, pero era necesario, casi tanto como tu silencio.

–Tienes razón, hay que irnos, se te hará tarde. 

Instagram