Simplemente Amigos.


Toda letra me parece que compone tu nombre, toda melodía me recuerda a tu voz, cada dulce olor me recuerda al de tu cuerpo, mis sentidos están alineados a tus memorias y cada intervalo de mi soledad me recuerda a tu ausencia.

No sé cuánto tiempo pueda seguir manteniendo en secreto éste asunto, tuyo y mío. No importa cuántas veces me pregunto si es lo correcto, llego a la misma conclusión; ignorar toda culpa, con tal de estar a tu lado todos los días, el mayor tiempo posible.

Esperándote a diario en el mismo lugar, a la misma hora; para que luego tus labios encuentren mi frente; tus brazos, mi cuerpo y una sonrisa invada mi rostro. Viéndote cada día, haciéndote parte de mi rutina y la vez convirtiéndote en más que un simple recuerdo.
Estudiar, esa es nuestra excusa, la cual tratamos de cumplir, pero para suerte de mis desesperados pensamientos, siempre hay tiempo para “nosotros”.

Te acercas a mí, con la excusa de cosquillas o un simple abrazo, incluso sin excusas me veo atrapada entre tus brazos. Mi voluntad es inútil. Dejamos aflorar todos esos sentimientos acumulados, pero no del todo, pues nuestros labios no deben tocarse, ya no cometeremos ese error de nuevo, puesto que somos simplemente “amigos”.

Cosquillas, risas ahogadas, palabras al oído, miradas pícaras ¡Rayos! Es inevitable sentirme como una niña cuando estoy contigo. Te miro mientras comes, lavas los platos, abres los libros y estudias.  Y aún sigo teniendo la misma percepción de ti ¡no podría odiarte jamás!

¿Cómo odiar esos labios que pronuncian mi nombre, de tal manera agradable a mis oídos? ¿Cómo odiar esas manos que acarician mis mejillas y juegan con mis cabellos? ¿Cómo odiar esos ojos que encuentran divertido mirarme fijamente? No podría, aunque me traicione a mí misma y a todos mis firmes propósitos por dejar a un lado lo que siento por ti (quizá algún día lo logre, tengo que hacerlo, pero no hoy) no puedo evitarlo, te necesito.

“Te necesito”, son las palabras que se repiten en mi mente, un eco desesperado que busca el sonido de mi voz para hacértelo saber, no me lo permito. Podría convertirme en tu sumisa con solo pronunciar esas palabras, podrías aprovecharte de esa situación, podrías jugar con mi orgullo una vez más. Pienso en ello cuando me acompañas camino a casa.

Te despides de mí, me acercas a ti y aspiras el olor de mi cabello,  deslizas tus manos por mi espalda y tus labios encuentran mi cuello, susurras un  Te quiero que me hace estremecer levemente. Al tenerte tan cerca mi sistema nervioso entra en shock, así que no me es posible responderte como se debe, sólo asiento con la cabeza y me sonríes.

Me das un beso en la frente y ¡Rayos! Siento el impulso de besarte, pero no me lo permito, otra vez. Somos sólo “Amigos” me repito una y otra vez. Puedo sentir que te enfrentas al mismo conflicto en tu interior, lo noto en tu mirada. Luego de un largo silencio me tomas de los hombros y me impulsas a seguir de camino a casa. “Te veré mañana” pienso, mientras hago que la distancia crezca entre nosotros. 

Instagram