No creas en nada simplemente porque lo diga la tradición, ni siquiera, aunque muchas generaciones de personas nacidas en muchos lugares hayan creĆdo en ello durante muchos aƱos.
No creas en nada por el simple hecho de que muchos lo crean o finjan creerlo.
No creas en lo que vuestra propia imaginación os propone cayendo en la trampa de pensar que algún Dios os lo inspira.
No creas en lo que dicen todas las escrituras consideradas sagradas, solo porque ellas lo digan.
No creas a los sacerdotes ni a ningĆŗn otro ser humano, solo porque sean una figura de autoridad.
Cree únicamente en lo que tú mismo hayas experimentado, verificado y aceptado, después de someterlo al dictamen del discernimiento y a la voz de la conciencia, que este de acuerdo a la razón y conduzca al bien y al beneficio de uno y de todos, entonces acéptalo y vive de acuerdo a ello.